No la tolero. Me enerva. Me parece una muestra de poco carácter. De inseguridad. Me refiero a hablar con «rodeos», con indirectas. La incapacidad de decir de forma clara y directa lo que se opina. No tener la firmeza para expresar una postura y, en vez de eso, intentar agradar a todos para que nadie se sienta ofendido. Se suele confundir la comunicación franca, sin titubeos, con la arrogancia o la falta de empatía. «Es que lo puedes tomar a mal, te puedo hacer sentir mal»; eso suelo escuchar, pero lo que interpreto es que «no tolero mantener una conversación incómoda», así que mejor invento excusas. La comunicación asertiva es justamente eso tener las herramientas para expresar lo que se piensa (y siente) de manera clara, directa y respetuosa.
¿Eres vegana? «Ay, mis felicitaciones, no podría hacerlo», «Ay, disculpe, me gusta la carne», «Lo siento, Milagros» (mientras se degusta un trozo de carne). No puedo evitar preguntarme ¿de qué se disculpan? ¿Y por qué conmigo? Les hablo brevemente del veganismo y encuentro dos posturas muy marcadas: “Toda opinión se respeta” y quien, por lo visto, se siente culpable por no serlo y cree que tiene que disculparse conmigo por ello.
Puedo empezar diciendo qué no es el veganismo: No es una dieta y no es un movimiento ecologista. Y no, tampoco lucha por todos los “seres vivos” porque las moléculas también lo son. Es la “postura extrema” de dejar de cosificar a los demás animales (no humanos). Erradicar nuestro chip de utilizarlos para nuestro beneficio.
Recuerdo una Navidad «prepandemia»; recién había iniciado en el veganismo. Estaba con mi madre en el parque Kennedy. Nos acercamos al “Anonymous for the Voiceless”, todos mostrando sus laptops al público que pasaba por ahí. Los videos son desgarradores: Animales confinados en jaulas, siendo torturados de distintas formas, para luego ser utilizados para nuestro propio ‘beneficio’. Como alimento, vestimenta o entretenimiento. Mi madre los vio, puso cara de horror y se dio media vuelta. —No puedo ver eso —me dijo. De inmediato respondí. —Pero sí te los puedes comer, eso es hipocresía. Se detuvo un segundo y regresó al grupo anónimo. Nos quedamos paradas unos segundos más, hasta que un muchacho se acercó a nosotras. —Buenas noches, ¿desean que les hable sobre lo que están viendo? —preguntó muy calmado. Bastó con que le preguntara a mi madre su opinión, y a ella se le salieron las lágrimas. Yo la observaba de reojo, preguntándome si realmente bastaba con unos videos para que genere conciencia en ella. El joven le comentó lo que ya le había mencionado: Que había suficiente evidencia científica que demostraba que nosotros, los seres humanos, no necesitamos alimentos de origen animal para estar saludables¹. Por lo tanto, no había justificación alguna para explotar a otros seres que sienten como nosotros.
Ella asintió y mencionó que entendía todo eso, pero que la costumbre y la presión social le ganaban. A veces necesitamos poner en una balanza qué pesa más: la costumbre y la presión social o ser cómplice de esos abusos —mencionó el joven. Ella quedó callada.
Si se lo preguntan, mi madre no es vegana ni vegetariana. Pero en casa no come animales o sus derivados. Sin embargo, sé muy bien que fuera come «de todo». Y eso es justo lo que he aprendido a aceptar: hay personas que ‘sencillamente’ no logran sentir compasión por otros seres que no son de su misma especie y hacer algo al respecto. Y entre ellas está mi madre.

Supe de una película, “La Granja” (2018); para ser honesta, no me atreví a ver la completa, solo busqué un review, y retrata muy gráficamente cómo sería si nos trataran como tratamos a los demás animales “de consumo”. Si bien esta película NO es vegana, porque recordemos que el veganismo va más allá de la alimentación y de si existe o no crueldad en el trato, refleja específicamente de dónde proviene lo que consumimos —en especial la carne y la leche—. Es increíble cómo nos hemos creído el mito de la “vaca lechera”; pensamos que las vacas producen leche tan naturalmente como defecar. Lo cierto es que, al igual que nosotras las mujeres —las hembras humanas—, solo producimos leche cuando hemos parido y, por lo tanto, esa leche producida es para el consumo de la cría. Así que si nosotros, los humanos, consumimos su leche, ¿qué creen que se hace con los becerros recién nacidos? Pueden ver la película… O sencillamente ‘googlear’.
El veganismo es un principio ético que rechaza la cosificación de los animales que no son humanos, pues implica el reconocimiento de su calidad de personas. En ética, la noción de persona es una categoría moral, que distingue a los seres que merecen ser respetados por sí mismos, y no por razones o motivos instrumentales. El veganismo es la base mínima de respeto que les debemos al resto de animales: el respeto básico a no ser tratado como una cosa² y, por otro lado, el carnismo es un sistema de creencias invisible que normaliza y justifica el consumo de ciertos animales (como vacas, cerdos y pollos), mientras que otros (como perros o gatos) son considerados mascotas. Fue acuñado por la psicóloga Melanie Joy en 2001 y desarrollado en su libro Why We Love Dogs, Eat Pigs, and Wear Cows (2010). Según Joy, el carnismo es una ideología dominante que opera de manera no consciente, condicionando a las personas a participar en prácticas que, de otro modo, podrían considerar éticamente cuestionables³.
Será por eso que, como mecanismo de defensa, cada vez que hablo de veganismo, inmediatamente suele pasar que quien me escucha me cambia de tema cuando recalco que es una postura ética. Hay una especie de rechazo al verse cuestionada su moralidad, ya que todos creemos que “en esencia” somos “buenas personas”. Y como regla básica para ello, es no hacer el mal; no causar daño… daño “innecesario”. Queremos creer que utilizamos a los animales porque “no nos queda de otra”, ya que “siempre ha sido así”, “las plantas también sienten”⁴ y otras tantas falacias⁴. Pero puedo asegurar que las personas que considero que tienen un mínimo de pensamiento crítico no necesitan tantas evidencias científicas para reconocer que optar por el veganismo en nuestra vida es lo coherentemente ético. Reconozco que, para que puedan ganarse mínimamente mi “respeto”, deben tener la valentía para reconocer —como mi madre— que carecen de la empatía suficiente para los demás animales. Quizá por eso, retomando como inicié este ensayo (o intento de ensayo), me enervan quienes hablan con ambigüedades, con tal de no reconocer sus propias incongruencias. Y ni decir de
quienes hablan de “espiritualidad” (no tengo idea de qué signifique eso), ya sea desde la religión o desde ese falso postureo de “no hacer daño al prójimo”.
Por mi parte, sigo intentando vincularme con las personas que comparten mi esquema de valores. Justo hablaba de eso con un compañero activista, le tengo aprecio ya que con él inicié en el veganismo; le pregunté: “Oye, ¿cómo se hace para estar en una relación con alguien ‘no vegano’?” (para mí es incoherente). Entre las muchas cosas que me dijo —me cuesta seguirle el hilo porque se pone muy “filosófico”— ”Somos más que una sola aproximación a la consideración moral de quienes nos rodean”. Si esta persona te atrae, debe ser porque tiene atributos que tienen un valor mayor para ti, comparados con los que suelen carecer muchas personas veganas que también encuentres atractivas”. Seguimos charlando, y me quedo con eso, en determinar cuáles son mis prioridades éticas, aunque sí puedo asegurar que con el paso de los años ha ido variando, pero mi esencia “contestataria” sigue siendo la misma.
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¹Website, N. (2023, February 10). The vegan diet. nhs.uk.
²Cross, N. L. (n.d.). ¿Por qué es inmoral explotar a los animales? Retrieved June 5, 2025
³Joy, M. (2010). **Why We Love Dogs, Eat Pigs, and Wear Cows. Análisis del carnismo.
⁴Horta, O. (2012). Tomándonos en serio la consideración moral de los animales: más allá del especismo y el ecologismo. In J. R. Carreño (Ed.), Animales no humanos entre animales humanos (p. 204). Plaza y Valdés Editores.
⁵Francione, G. L., & Charlton, A. E. (2015). Eat like you care : an examination of the morality of eating animals. Exempla Press. (Disponible para descarga gratuita en español).