Sesenta relatos (1958), una introducción

Debe ser por las contadas reediciones de su narrativa breve que, en una conversación con amigos, rara vez se habla de Dino Buzzati (1906-1972). O, en el mejor de los casos, han leído El desierto de los tártaros (1940), su novela insignia, o sus cuentos más populares, pero que, a mi parecer, no siempre manejan el ingenio técnico o lingüístico de sus textos más logrados y, al mismo tiempo, menos discutidos. Pienso que lo mejor de la obra de Buzzati, incluyendo todos los géneros que practicó, se hallan en estos textos de corto y mediano aliento. Fue de mi agrado encontrar Sesenta relatos (Acantilado, 2009) en una biblioteca y es el único ejemplar de este libro que he tenido en mis manos. La traducción deja que desear. Los juegos de palabras se tradujeron de modo que se puedan entender; sin embargo, hay pasajes donde la traducción literal de ciertas expresiones desconcentra la lectura. Aun así, es la edición más completa que se puede encontrar de los cuentos de Buzzati en físico.

En vida fue comparado con Kafka. Se le señaló su parecido con el autor checo tantas veces, casi con recriminación, que el mismo Buzzati tuvo que dar su opinión sobre el tema y salir en defensa de su obra. “Desde que he empezado a escribir, Kafka se convirtió en mi cruz”, anotó alguna vez. Y razón no faltaba para pensar en Kafka al leer a Buzzati. De hecho, Kafka se cierne como una sombra sobre gran parte de los cuentistas del siglo XX. Pero Buzzati, a pesar su kafkianidad, destacó por sus propios medios. No quiero hacer una comparación profunda entre las obras de ambos autores, pues he leído a Buzzati mucho más que a Kafka y dejaría ver mi favoritismo por el italiano. Solo puedo decir que he intimado mucho más por las preocupaciones morales, filosóficas y sociales de Buzzati, que por las del mismo Kafka. Incluso tengo que admitir que los cuentos más kafkianos de Buzzati me parecen inferiores a otros donde sus temas y estilo se sienten más personales. Cuentos en donde experimenta con la estructura, inventa nuevas situaciones inquietantes o profundiza en temas morales o metafísicos de su interés como pueden ser el amor perdido, la guerra, el viaje o nuestra relación con la naturaleza.

Hay una diversidad de formas en Sesenta relatos, pero como lector, quizás un poco conservador con respecto al cuento, prefiero sus historias más convencionales. Aunque Ribeyro dijo que los cuentos que se sostienen por el argumento se agotan con las lecturas (secundado por Bolaño respecto a la novela), yo no dejo de impresionarme por las tramas que Buzzati idea. Esto creo que se debe a un factor: la capacidad que tiene para tensionar el clima. Y no es posible hacerlo sin un manejo magistral de la lengua. En otras palabras, Buzzati sostiene la belleza de sus historias mediante una elaborada selección de palabras que permite sumergirse de lleno en los eventos narrados. Esto es un hito respetable para un lector de distancias cortas y que se distrae con facilidad. Buzzati puede girar en torno a una sola idea por varios párrafos y ninguno se siente innecesario o flaquea estéticamente. Mejor dicho, es un gusto leer a Buzzati, más allá de lo que esté contando.

“La niña olvidada” o “Algo había pasado” son ejemplos perfectos de cómo extender la tensión dramática de una sola idea sin agotarse. Pero son textos cortos y uno podría pensar que estoy haciendo trampa. Antes de continuar, debo decir que Buzzati es un maestro de las historias cortas. Es asombroso lo anonadado que puede quedar uno con solo 3 o 4 páginas suyas. De sus historias de mediana extensión recomiendo encarecidamente “El niño tirano”, “Extraños amigos” y “Los ratones”. Trabajan con dos tipos de misterio totalmente diferentes: ya sea el que se revela como un ser físico, o el que no acaba por manifestarse, sino que acecha como un poder más allá de lo explicable, pero sea cual sea ese misterio, es una entidad siniestra que no se va incluso si cerramos el libro.

Tal como mencioné, Buzzati no flaquea en tramos más largos. La tensión extendida hasta lo impensable o lo insoportable que tanto caracteriza a El desierto de los tártaros, publicado mucho antes que gran parte de su faceta cuentística, encuentra su manejo más viable en textos como “Siete plantas”, una de sus historias más conocidas, pero también más logradas. Tiene descripciones bastante exactas y se las apaña para avanzar rápidamente sin parecer artificial. Sus historias se sienten naturales. Las tramas se construyen con calma para no dejar cabos sueltos y que sean verosímiles. Buzzati es capaz de elaborar escenarios extrañísimos de forma calmada y convincente, como quien habla muy seguro de lo que ha visto.

La riqueza del lenguaje de Buzzati y su portentosa imaginación perfeccionaron la tensión hasta convertirlo en un rasgo distintivo del autor. Si bien no desmerece su trabajo realizado en la novela de 1940, puede que el punto más álgido de su maestría con la tensión dramática se halle en su cuento largo “El perro que ha visto a Dios”. Es simplemente admirable cómo Buzzati describe la lenta transformación de un pueblo entero a partir de un hecho tan insignificante e inexplicable como es la presencia de un perro. Todo es tan absurdo y tan creíble en este cuento que el lector, al igual que los personajes de la historia, siente la necesidad de llegar al fondo del enigma.

Quisiera agregar, por último, una observación breve sobre las vueltas de tuerca de Buzzati. Diría que a menudo se las ve venir. Uno sabe, desde el planteamiento del problema, cómo se resolverá. Pero la riqueza del lenguaje nos devuelve a esa absorción donde lo único que importa es el cuento. En otras ocasiones, la vuelta de tuerca, tras una construcción elaborada, nos agarra totalmente por sorpresa y tiene el efecto que muchos escritores solo pueden añorar con conseguir. No soy muy admirador de este recurso, pues me parece artificioso en su mayoría y es muy tentador abusar de él. Dino Buzzati tiene sus malas vueltas de tuerca, como todo cuentista, pero se las apaña para salir bien parado en muchas ocasiones y sus historias quedan grabadas en la memoria.

Ahora los cuentos de Buzzati se pueden hallar en internet con bastante facilidad. Antes era más complicado, pero las páginas de literatura como Ciudad Seva han publicado una surtidísima selección de sus relatos que invito a revisar.

Autor

  • Licenciado en Literatura hispánica por la PUCP. Se dedica principalmente a la escritura de cuentos y algunos han sido publicados en revistas o por concursos nacionales. Dirige el proyecto cultural Traslación, un círculo de lectura enfocado en libros o autores no tan discutidos en el Perú.

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